Hace mucho tiempo, en un tiempo en el que la bombilla, el móvil y los ordenadores ni siquiera se habían imaginado, las personas hablaban. Como no había tele en las casas, las aficiones favoritas eran la buena conversación y hacer música juntos, en compañía de amigos o de familiares. Naturalmente; había niños que destacaban enseguida por sus buenas cualidades para la música y a ellos se les permitía estudiarla y llegaban a ser, en algunos casos, músicos famosos. Pero también eran tiempos duros e injustos; porque si una niña tenía estas buenas cualidades, no se le dejaba estudiar música.
Ahora, cuando ya casi no nos acordamos de que esto pasaba, y tanto los niños como las niñas pueden estudiar lo que más les gusta -como por ejemplo, música en el conservatorio-, algunos profes nos hemos puesto a rebuscar en el cajón de las composiciones perdidas y olvidadas, en donde encontramos muchas obras hechas por mujeres. Ya hace tres años que revolvemos en él, y cada vez aparecen nuevas maravillas. Así que las rescatamos, dejamos que nos hablen al oído y, cuando comprobamos que son bonitas y especiales, pensamos enseguida en vosotros y en que os gustaría oírlas.
¿Sabéis qué es lo que hace que una partitura nos guste enseguida y la recordemos con facilidad? Estoy segura de que todos sabéis que lo que nos gusta más rápidamente es la melodía; una línea musical que suele repetirse mucho; a veces con pequeños cambios. Si estáis atentos, eso es lo que os hará disfrutar del Trío de Clara Wieck. Su música es lírica y un poquito triste. En algunos momentos, os parecerá que los tres instrumentos se pelean: eso es así porque cada músico quiere ser el que toca la melodía. El trío de Louise Farrenc es de la misma época: Clara y Louise se conocían y fueron pianistas muy famosas en el siglo XIX. En su Trío os va a hacer bailar el ritmo del Scherzo, palabra italiana que ya conocéis y que significa chiste. La música es graciosa y suena a broma (elegante y refinada); algo que también pasa en la música de Madeleine Dring.
No sé si os he dicho que las compositoras pianistas no querían ser solamente buenas pianistas, sino demostrar que podían tocar tan rápido y fuerte como los hombres, casi como si fuesen deportistas. Eso lo podréis entender en la Tocatta de Cécile Chéminade; tan difícil y tan veloz que casi no os dará tiempo a ver los dedos de Fernando -el pianista- mientras toca. En cambio, en el ballet Pierrette, esos mismos dedos se transformarán en cosquillas que hacen saltar los pies de los bailarines. Con otro poco de imaginación, también os hará una caricia en el oído el suave, alegre canto de los pájaros de la obra para flauta y guitarra de Ina Bottelier.
Hemos traído también música de compositoras que siguen vivas y que nacieron en un siglo XX que les dejó dedicarse a lo que querían. Espero que os guste el jazz clásico y la música tradicional de baile: esa es la música que componen Pamela Wegwood y Elizabeth Raum. Os sorprenderá Sofía Gubaidulina con las tres piezas cortas para piano; los “juguetes”. Son como una corriente eléctrica de música: llega de forma imprevista, a toda velocidad y deja una impresión muy fuerte. Pero para corriente eléctrica, mejor un terremoto completo; que os parezca que la tierra tiembla bajo vuestros pies y caen las paredes: lo ha escrito Belén, la misma profesora y pianista que lo interpreta para vosotros. Ella espera que así todos compartamos el miedo y la angustia que vivieron las personas en Haití hace poco más de un mes, y que esto nos ayude a ser todos un poquito más solidarios y mejores personas.
Notas al programa © Elisa Rapado
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