Para los mayores:
La investigación sobre la producción musical de mujeres durante los siglos previos al que vivimos surge en torno al año 1960; en un momento de replanteamiento de las tendencias tradicionales de estudio de la historia. Numerosas feministas reivindicaron entonces el estudio de estas composiciones no sólo por tratarse de obras en su mayoría desconocidas, sino por la variedad, interés y calidad de un repertorio que procedía de casi todas las épocas. Aun así, el perpetuo desafío que suponían las dificultades y prohibiciones para ver sus obras publicadas o interpretadas ha evitado que el arte de otras muchas talentosas mujeres haya llegado hasta nosotros.
La primera obra prevista en este programa se remonta al Barroco y es una página para flauta y continuo en vivo tempo allegro. Es muy posible que se escribiera para el hermano de la compositora; el emperador Federico; cuyas cualidades como intérprete de flauta al parecer nunca llegaron a ser excepcionales. Retomando las sonoridades de este tiempo, Germaine Tailleferre escribe su Forlane; inspirada en una danza del settecento, pero sin renunciar a una riqueza armónica propia de la vanguardia francesa de comienzos del siglo XX.
Las dos obras para violonchelo y piano, fruto de sendas virtuosas alemanas del piano, son similares en cuanto a la escritura brillante y de lucimiento para el instrumento solista. Como compositora, Luisa Adolpha le Beau adopta un lenguaje romántico heredado de su maestra Clara Wieck; quien a su vez había incorporado desde su juventud el melodismo característico de su marido, el compositor Robert Schumann. En cambio, el estilo abrupto y apasionado de Alma Mahler está más cerca del expresionismo que el del propio Mahler, quien, pocos años después de haber pedido a Alma que abandonase la composición para consagrarse a su matrimonio, le propuso retomar su trabajo para publicar sus Lieder de juventud. Los poemas seleccionados por Alma remiten a temas muy queridos por los alemanes: la confianza en el amado, la serenidad del hombre junto a las flores en la naturaleza; como símbolo de amor feliz, y la trascendencia. Alma compone con una gran variedad armónica y fuertes contrastes expresivos; posiblemente reflejos de una personalidad tan compleja como fascinante.
La música de Pamela Wegwood y Rebecca Clarke es una muestra de sus inquietudes pedagógicas y su apertura a otros lenguajes sonoros: en las obras de hoy encontramos acordes y escalas que recrean el jazz o la música china, por ejemplo. Aunque la escritura de Carmen Alonso muestra también el bagaje de su experiencia pedagógica por la importancia de la línea, su escritura para piano no es sencilla, pero sí cálida y expresiva.
Por último, Il Pleut de Kaija Saariaho muestra cómo se puede transmitir una vívida impresión emotiva (la lluvia asociada a una serena tristeza) con una idea sencilla; sin recurrir a la gran dificultad técnica característica de la mayoría de sus obras, pero sin renunciar a los medios de expresión contemporáneos.
Para los peques:
Hace mucho, mucho tiempo, cuando no había luz ni agua en las casas, y las familias se reunían por la noche para contar historias en vez de para ver la televisión, hombres y mujeres tenían que trabajar muy duramente en el campo, las granjas o en sus oficios como artesanos. Imaginaos lo difícil que era escribir música a la luz de las velas o tocar cualquier instrumento en invierno, sin calefacción. Pues bien: muy abrigados y con sus anchas pelucas blancas, los músicos trabajaban cada día en la composición y la interpretación. En este tiempo que llamamos el Barroco vivió Ana Amalia de Prusia; que regaló a su hermano, el rey Federico, la sonata para Flauta que escuchamos hoy. A él le gustaba mucho interpretar música con su flauta, aunque nunca llegó a ser un músico famoso. Podéis comparar esta música con la Forlane de Tailleferre porque; aunque su música es mucho más moderna, trata de imitar los ritmos de baile de la música barroca.
En la época de los grandes salones, de los jóvenes poetas, los soñadores y las revoluciones, vivió la famosa pianista Clara Wieck; esposa del compositor Robert Schumann, que a veces sufría mucho porque la fama de su mujer como pianista superaba a su propia fama como compositor. Su música llama la atención por la belleza de su línea, parecida a la de la música vocal. La música de Luisa Adolpha le Beau se le parece mucho; pues fue su maestra. Para que el público atienda con sorpresa y admiración; la parte del violonchelo es bastante difícil; llena de arpegios y cascadas de notas que suben y bajan. Este estilo de música con tantas trampas para el solista se llama “escritura virtuosística”.
Ahora vamos hacia el siglo XX; el siglo de los descubrimientos: el teléfono, la radio, el tren, pero también el estrés y las prisas... una vida de contrastes y cambios; como la música de Alma Mahler. Sus canciones son tan bonitas que cuando su marido Gustav Mahler las oyó; le pidió por favor que volviese a componer y publicar su música.
Cuando escuchéis la pieza para saxo y piano de Pamela Wegwood os parecerá estar viendo una película o serie americana. Esto es así porque Pamela imita el jazz; la música típica de los negros que viven en América (los llamados “afroamericanos”). Rebecca Clarke nos ha escrito en cambio un puzzle chino; lleno de las típicas escalas de cinco notas tradicionales de China.
A Kaija Saariaho la llaman “la gran dama misteriosa y soñadora”. Su música es poderosa y emocionante; puede hacer llorar, reír y hasta dar miedo.. En Il Pleut escucharemos llover a través de tristes gotas que bajan por cada tecla del piano; mientras oímos un bonito poema de Apollinaire.
Ahora os dejo bajo la luna de noviembre; la luz que nos iluminará escuchando la música melodiosa y soñadora de Carmen Alonso; que, como sabéis, no sólo es compositora sino también una querida profe y compañera del conservatorio.
Elaborado por Elisa Rapado
No hay comentarios:
Publicar un comentario