Mujeres, música y sociedad

Afortunadamente, son cada vez más los expertos que están realizando una labor de investigación profunda sobre la música compuesta por mujeres. Prueba de esto son por una parte, la cada vez más abundante bibliografía disponible o incluso la información que sobre la producción musical femenina se puede encontrar en Internet; y por otra parte, la acción ejercida por distintas instituciones, editoriales y asociaciones en la publicación, difusión y organización de actividades relacionadas con la creación femenina.

Desde su papel como transmisoras de la tradición oral (y con ello también de la tradición musical) en los diferentes contextos sociales, históricos o culturales hasta su aportación como reconocidas intérpretes, las mujeres han participado en o con la música, en tanto en cuanto la misma ha sido, es y siempre será una necesidad de expresión inherente en el ser humano. Indudablemente nadie cuestiona la presencia de la mujer en determinados campos de la acción musical, en los que por decir de algún modo, su acceso parece haber sido menos restringido. Pero, ¿qué ha pasado con la creación propiamente dicha?; ¿y con otros aspectos del fenómeno musical?; o incluso tampoco sobra preguntar ¿siempre ha sido así o quizás la musicalidad de las mujeres ha sido en unas sociedades o épocas más evidente que en otras?.

No cabe duda que estas cuestiones y otras similares que podrían plantearse, están relacionadas con la propia historia de la mujer y su dimensión social. Hoy por hoy, en nuestra supuestamente avanzada sociedad occidental, en la que los derechos sociales de las mujeres se van afianzando más de lo que nunca antes lo estuvieron, todavía persisten determinadas resistencias, demasiadas veces escondidas por subsuelos, que impiden una normalización real de la actividad de la mujer y limitan su verdadero potencial.

En lo que a la música se refiere, esto se manifiesta por ejemplo, en la escasa presencia de música compuesta por mujeres en las programaciones anuales de auditorios o en el repertorio habitual de orquestas. Más paradójico si aún cabe, es observar como esta música constituye todavía una parte ínfima de los contenidos en las programaciones didácticas de escuelas de música y conservatorios. Incluso, con más frecuencia de lo que quizás nos podríamos imaginar, todavía hay quien por puro y duro desconocimiento expresa con una cierta sorpresa: Pero, ¿es que existen mujeres compositoras?.

Como se puede comprobar, todavía es mucho lo que queda por hacer, tanto en lo musical y artístico, como en otras áreas del conocimiento donde la mujer o bien no ocupa el lugar que le corresponde o bien su capacidad se ve aún pobremente desarrollada cuando no bloqueada. Es obvio, que tanto para paliar esto, como para lograr la consolidación de los derechos de la mujer en el mundo actual (sobre todo en aquellas sociedades donde éstos son más gravemente vulnerados) será preciso el adecuado apoyo institucional a la investigación, a la educación, a la concienciación, y como no a la difusión de la producción femenina, pero también requerirá un compromiso firme por parte de toda la sociedad. De todos nosotr@s dependerá que el talento, sin distinción de género, sea el auténtico recurso con el cual hacer frente a los retos que nos plantea ya, tanto el presente como el futuro.

© Conchi de Castro